Las Levitantes

Retomo, tras un largo periodo de sequía, el escribir unas líneas en éste, que es mi irregular y particular Guadiana online.

La razón es que esta noche se entregan los Goya. Pero no voy a analizar las películas elegidas, o los directores y actores nominados. No, voy a escribir sobre algo no tan específico, pero sí extensivo al ochenta por ciento de la mal llamada “industria del cine” español. Y es la trascendencia que se dan “los miembros de la Academia”.

Es un pensamiento que tengo hace tiempo, pero que siendo oportunista, y aprovechando la gala de esta noche (que por supuesto veré), intentaré desarrollar. Se acordarán de mi cuando vean esta noche la alfombra roja.

Objetivamente, tirando de Curriculum , ¿qué ha hecho la gran mayoría de nuestro más joven star system para tener ESA actitud? Yo les respondo: dos películas (malas), cuatro series de televisión (peores), una “T” de Telva y cinco editoriales en Marie Claire, la más afortunada en Vogue (España). El premio “Max Factor” no cuenta. Ya que no tienen talento ni simpatía, qué menos que fotogenia.

Pues con todo ello, estas cuatro (después me mojo y daré nombres), que consideran que dar entrevistas no es parte de su trabajo, que el ser simpáticas, o por lo menos parecerlo, tampoco, llegan a este tipo de galas a diez centímetros sobre el suelo y levitando como los marcianos de Mars Attack.

A las María Valverde, Pilar López de Ayala, Leonor Watling, Nawja Nimri, Clara Lago (hay muchas más)…como espectador y consumidor les digo, no os toméis tan en serio, y mirad a vuestro alrededor, buscad a las Concha Velasco o a las Carmen Maura, y aprended. Lo que hacéis no tiene la trascendencia que ustedes creen que tiene. Más naturalidad y sentido del humor. Menos intromisión y “método”.

Sería injusto globalizar y no sacar de este saco a jóvenes actrices como Blanca Suarez, Macarena García, Adriana Ugarte o Aura Garrido, que han demostrado, no sólo más frescura y cercanía, sino sobre todo, sobrado talento y fotogenia.

¿Y en todo esto, donde queda Penélope? Vale que no es «Miss Simpatía» y que sus malas películas ya se pueden contar por decenas, pero si tiramos otra vez de objetividad, Pe tiene premios de la Academia Española (3), Norteamericana (1), Británica (1), Italiana (1), Europea (1), sin contar la Palma de Oro de Cannes y resto de nominaciones. Eso, le pese a quién le pese, le da ventaja sobre sus hetereas compañeras. Y también sobre Mo.

Enciendan sus televisores, preparen sus «aargh», y que gane la mejor.
Si es simpática, me alegraré.Si no lo es, bienvenida al club de «las levitantes» (qué nombre más molón para una serie por cierto).

Maestros desnudos

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Esta es la época del año en la que bajo el síndrome de Diógenes digital-audio-visual, almacenamos en nuestros discos duros todos los estrenos de todas las cadenas televisivas. Y cuando digo todos, es TODOS, y cuando diga todas, es TODAS.

Ya he visto varias de las apuestas de las principales cadenas públicas norteamericanas, “Hostages” y “The Black List”.No creo que ninguna de las dos llegue a mayores. Son bastante facilonas, pero no por ello, entretenidas. Hasta ahí tienen un pase.

 Aparte están los pilotos de esas series que pueden convertirse en grandes series e incluso en “la serie del año”, con “los intérpretes del año”, y todo “del año”. Y uno de esos es el de “Masters of Sex”.

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La serie, ambientada en los 50s, retrata al doctor William Masters y a su ayudante Virginia Johnson, en el desarrollo de un proyecto muy empírico (los que la hayan visto sabrán a lo que me refiero) que tiene como fin entender, la hasta ahora inexplicable e inexplicada, sexualidad humana.

Algo, a priori tan complicado de desarrollar con solvencia en una serie, en este caso no es un problema. Es más, se pasa de lo más sórdido a lo más delicado sin que nos demos cuenta.

Siguiendo la corriente de la sofisticación estética heredada de series ambientadas en la misma época, como las exquisitas “Mad Men” y la ya cancelada (una pena) “The Hour”, y apoyándose en complejos, tabúes y clichés, no por ello más ciertos, de la época, construye personajes cuyas debilidades les cuesta desnudar.

Y es aquí donde reside una de las grandes virtudes de “Masters Of Sex”, porque el equilibrio entre pornografía emocional y la sutileza de la desnudez que se enseña, es tan fino como la línea que separa una serie hecha con gusto de una chabacanería. Y desde luego, chabacana no es. Y con sentido del humor. Encima.

ImagenEn una serie coral (magnífico el personaje de la prostituta-negociadora interpretada brillantemente por Annaleigh Ashford), el doctor Masters y su ayudante Virginia están interpretados por Michael Sheen y Lizzy Caplan respectivamente.

Con Sheen y Caplan pasa lo que muy pocas veces sucede, que a los diez de minutos de verlos interpretando al personaje, no podemos imaginar a nadie más que no sea ellos en la piel del doctor y su ayudante.

Lizzy Caplan, que ya nos había demostrado con su magnetismo, que podía ser una “robaescenas” en una temporada de “True Blood”, se convierte en una de las presencias femeninas más destacadas de los estrenos televisivos. Su belleza extraña y talento interpretativo hará de ella una de las favoritas a los premios de la temporada.

Aunque no lo parezca, ni lo sea, ni lo busque, un “blockbuster” de la TV, y al contrario de lo que puede parecer, y la mayoría de los espectadores puede esperar, “Master Of Sex” poco va de sexo, o mejor dicho, es muy sexual y poco explícita.

Se desnudan los personajes, no los actores (bueno, un poco sí). Airean sus debilidades y su (In)moralidad.Hay mucho orgullo. Y sí, también prejuicio (aunque suene a Jane Austen).

En fin, después de tanta paja mental-sentimental-sensual, la conclusión a la que llego es que “Master Of Sex” es una serie que vale la pena ver y que recomiendo desde aquí.

Ya sé que podía haberme ahorrado toda la parrafada y empezar por ahí, pero es que la serie no es tan sencilla. En cuanto la vean se acordarán de mí y se darán cuenta a lo que me refiero. 

El Primer Domingo del Otoño

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No hay nada más triste que el primer Domingo del Otoño.
Cuando pueblos nos separan del mar y las lluvias llenan los cubos de arena.
La vista se cansa buscando el silencio y encuentra el ruido de la rutina.

Puentes Movedizos – Aguas Tranquilas

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Allí sentado, aquella tarde empezó todo. La esperanza de un futuro mejor se acomodó en la parte de su cabeza donde residía la incertidumbre. El río, como nunca, tranquilo.
El puente, como siempre, el caos. Puentes movedizos sobre aguas tranquilas.

Orden

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Acabe pensando que el desorden de lo improvisado lo ordenaría todo.
No hay más orden que el que sabe encontrarlo todo en el mayor de los desórdenes.
Y yo lo hice, pese a todo.

Vístete de detective

Es curioso que de un tiempo a esta parte, o por lo menos a mi me lo parece, el personaje de la detective atractiva (pero dejada), atormentada (superatormentada) y devora  hombres (y con qué apetito) es cada vez más recurrente en las series de televisión.

Clásico de las últimas temporadas, y precursora quizás de esta tendencia, es la detective Sarah Linden, en la siempre obsesiva y tramposa  «The Killing».Esta recién pasada tercera temporada, no sólo ha servido para abrir un nuevo caso, sino para que los tormentos de la pelirroja vuelvan a dejarla ojiplática perdida capítulo sí, capítulo también. Sólo las gracias del detective Holder le hacen perder, por segundos, la cara de acelga de la de la coleta.

Sarah Linden es atractiva, pero si se suelta la melena competiría directamente con la mismísima Rayna James, por lo que mejor la dejamos sin dormir, sin maquillar, sin peinar y vestida de Decathlon a todas horas. Que una es detective, y la otra estrella del country. Jódete Sarah.

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Este verano, por fin se ha empezado a emitir la esperada adaptación norteamericana de la exitosa danesa/sueca Broen/Bron , “The Bridge”.Sobre la primera, no la he visto, por lo que no puedo opinar, pero he leído que es muy buena. Sobre su versión USA, decir que a estas alturas, estoy perdiendo el interés en cada capítulo que pasa (y ya van por el 7).

Pero también sale una detective, interpretada por la bellísima Diane Kruger. Pero no se confundan, esta investigadora de la policía tampoco puede ser simpática, libre de traumas y guapa.No, es Ugly Diane. ¿Qué culpa tiene la pobre para llevar esa cosa a modo de chaqueta de piel que no se quita de encima? Con lo bien que habla el inglés nuestra Diane. Otra con coleta. Además con falta de tinte. E incluso parece que de aseo. 

ImagenPero entonces llegan los ingleses, y cogen a una americana (Gillian Anderson) para el papel de una inglesa en Belfast, y crean el personaje de la detective superintendente Stella Gibson en la muy aconsejable “The Fall” (no se la pierdan). Y resulta que Stella, aparte de brillante investigadora, está buena, y va bien vestida, y bien peinada. Eso sí, simpática, mucho no es. Tormentos no sabemos muy bien si los tiene o no (suponemos que alguno saldrá en la esperada segunda temporada) pero lo que sí sabemos es que no pierde el tiempo (el que la haya visto sabe muy bien a lo que me refiero..) Su “women fuck men….”  de lo mejor del año.

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Pero es que esta temporada ha dado para más. Elisabeth Moss aparca a la no muy afable Peggy Olson por la uraña-traumatizada (sí, también)-vestida de jogging all day (sí también)- no sé con quién me acuesto (sí también) detective Robin. Describirla sería repetirme. Aplíquenle todo lo anterior. Bueno, esta habla con acento neozelandés y tiene el mérito de hacernos olvidar a la que un día fue la secretaria de Don Draper.

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Guapas afeadas (excepto la Anderson), en chándal sin tacones (excepto la Anderson), bordes e inteligentes, desquiciadas por el pasado y/o presente, libres de ataduras y muy sexuales. Así son las detectives de las series que vemos. ¿No era así el personaje de Isabel Serrano en “Brigada Central”? ¿Brigada Central visionaria? ¿Isabel Serrano musa?…

Nada, nada….no he dicho nada.Que se me va la cabeza y lo flipo…

Tormentas de Verano

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Ver la vida desde el otro lado de la orilla le dio miedo, sentirse pequeño e inseguro. Tormentas de Verano inesperadas. Nubes y claros de un futuro incierto. Caminos cruzados y sin mapa. Esconderte en los recovecos. Compartir los atajos. Nadar a la orilla de la que saliste.

Caminar sobre las aguas

¿Quién dijo que no se podía caminar sobre las aguas?

Imposible conseguir el plano horizontal, la perpendicular perfecta, las perspectivas infinitas. 

No te lo creas. Se puede. Por lo menos alguien pudo.

Pabellón Mies

Mares desconocidos

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Nunca pensé que llegaría tan lejos, que conocería mares desconocidos, que me traería caracolas conmigo, que recordaría la forma de la sombra. Y que la agradecería tanto.

Música country y un culebrón.Y mucho más.

El country es un estilo musical, que a la mayoría de nosotros nos queda muy lejano. Muy de vez en cuando nos llega una estrella country reconvertida, tras arrasar vía guitarra, botas y vestidos vaporosos en las listas USA, en aspirantes a nuevas diosas del pop de labios rojos y vestidos print animal (ver casos Shania Twain y Taylor Swift). De parecer sacadas de un anuncio de Sunflowers de Estee Lauder  a convertirse en dóminas Dolce & Gabanna. Cuestión de evolución artística, dicen. Dejémoslo así.

Otras veces, la trascendencia va más allá de lo musical, y se convierte en causa política y social (recordemos el caso de las vituperadas Dixie Chicks y su sensacional “canción protesta” “Not ready to make nice”) o la canción es lo suficientemente buena como para encasillarla, y llega a un público más global (caso de Lady Antebellum y su internacional “Need you now”).

 

 

Precisamente el trío Lady Antebellum , como la gran mayoría del country music power, es originario de Tennessee, más concretamente de Nashville, ciudad que da nombre y plató al nuevo drama de ABC.

Por todo lo desarrollado con anterioridad, la serie a priori, tiene todos los componentes para no interesarme lo más mínimo. Una serie sobre el mundo del country. ¡Qué coñazo! Pero resulta que sale Connie Britton. Y es que tras su atormentada Vivien de la primera temporada de “American Horror Story”, la Britton se merece que se le de una oportunidad a cualquier cosa que haga. Además, con ese pelo, es perfecta para un anuncio de Estee Lauder. Todo encaja.

Pero es que de la pereza inicial de ver el piloto, paso a llevar la serie completamente al día. Sin ser LA SERIE, entretiene muchísimo y pone sobre la mesa  tramas que se intuye que van a dar mucho juego.

En realidad, Nashville es un gran culebrón. Geográficamente e ideológicamente, Dallas (la ciudad) no queda muy lejos de Nashville (la ciudad). Las series que llevan su nombre, en el fondo, tampoco. Nashville, en este caso, pretende ir de mucho más. Y lo consigue, aunque no deje de jugar con las piezas de un culebrón de manual: matrimoniadas varias, peleas de mujeres molonas, divas venidas a menos, jovenzuelas buenorras y malcriadas, borrachas y borrachos, amores frustrados, tramas familiares y políticas….

La diferencia es que Nashville, aparte de los clásicos culebronescos que tanto agradecemos el espectador, introduce otros componentes. Y lo hace como plus de calidad. La sinopsis no deja de ser una trama ya vista. Pero el resultado es mucho más rico. Los personajes están bien trabajados (ese pasado que pesa sobre todos y está siempre ahí) e interpretados por un casting joven carismático e interesante todo él (aunque odiemos al novio de la, esperemos que reviente pronto, rubísima Scarlett). Lo que menos interesa quizás, la trama política, pero entendemos que sea necesaria porque llenar cuarenta minutos del nicontigonisinti triángulo Raynna – Deacon – Juliette agotaría la temporada en cuatro capítulos.

Para terminar, un simple detalle que agradezco enormemente, y que la separa rotundamente de Dallas y de las series (y el cine) de hoy en día. Algo tan sencillo como que las actrices y actores, en edad de tener arrugas, las tienen. Y no pasa nada. Es más, ayuda a diferenciar el relevo generacional sobre el que también versa la serie. Que todos parezcan hermanos (los de 20 y los de casi 50) no hubiera ayudado a entender este cuadro sobre la competencia y la decadencia que también retrata “Nashville”. 

Al final, nos damos cuenta de que la serie es un entretenimiento muy aceptable, que se apoya en algo tan circunstancial como el mundo de la música country, para tratar de manera bastante eficaz las relaciones humanas. Todo ello, por separado, nada novedoso. Junto, un producto televisivo que a mi me vale mucho.